junio 30, 2025

Repensar el pasado para configurar el futuro

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23 años de la masacre de Avellaneda

El plan de gobierno de Eduardo Duhalde quien ordeno una represión furiosa contra una
población hambrienta que reclamaba por condiciones dignas.
Tenían orden de matar, decían no solo los manifestantes también eran las palabras de
arrepentidos efectivos policiales.
La mañana fría del 26 de junio del 2002, de diferentes puntos de la zona sur de la provincia
de Buenos Aires se alistaban los trabajadores desocupados para trasladarse así el puente
Pueyrredón donde se desarrollaría la jornada de lucha.
El reclamo al gobierno Nacional por partidas alimentarias para los comedores y merenderos
ampliación del cupo del programa jefes y jefas de hogar, eran los reclamos centrales, la
creciente crisis económica que había detonado unos meses antes en diciembre del 2001
con el estallido social que terminó con el gobierno de la Alianza tras la renuncia de
Fernando de la Rua.
En los galpones de San Francisco Solano, Lanús, Guernica, Florencio Varela entre Mates y
tortafritas, los comentarios eran sobre los dichos que el gobierno hizo circular, mano dura,
represión al pueblo.
Sin miedo con esperanza de construcción colectiva hablando sobre los talleres productivos
sobre cómo seguir generando los proyectos pensados y debatidos en la asambleas de los
diferentes barrios, así marchaban ese día hacia una nueva jornada de lucha
Darío Santillán salió desde el barrio la Fe en Lanús donde residía desde la toma. Levantó el
galpón de Lanús Trabajando en la bloquera con los compañeros del MTD.
Maximiliano kosteki salió desde Guernica a lo mejor pensando algún dibujo.
No se conocen entre sí, pero los une la lucha por la dignidad.
Los medios de comunicación, serviles al poder despliegan desde muy temprano una
campaña de desprestigio contra las organizaciones sociales que marchaban ese día.
Aguardando, con morbosidad que se desate la reprensión propuesta por el gobierno.
Cerca del mediodía el frío no afloja, y los piqueteros tampoco, llegaron en multitud de
diferentes puntos. Los medios se desesperan por la primicia, dado el horario de la noticias
centrales en la televisión, que aguardaban para transmitir el show, llega la orden a la
fuerzas y comienzan la represión. disparos, gases, palazos y corridas interminables por las
calles de Avellaneda.
Darío resiste en la primera línea hasta que los compañeros puedan alejarse para después
retirarse junto a ellos. Cuando pretende hacer esto las fuerzas policiales uniformados y de
civil ( infiltrados que realizan el trabajo sucio) Lo persiguen furiosamente hasta la galería, de
por ese entonces estación Avellaneda donde se detiene y regresa sobre sus pasos al ver
Maximiliano Kosteki tendido en suelo herido por un disparo, se agacha para asistirlo y es
alcanzado por la cobardía policial de Franchoti, que sin importarle esto le grita y propina
insultos.
Dario levanta la mano pidiendo el alto o una tregua para asistir a Maxi pero fanchiotti lo
amenaza una vez más apunta su escopeta y gatilla el disparo impacta en la espalda de
Darío, si como leyeron en la espalda.
Darío quedó tendido con mucho dolor franchoti camina por la galería junto a otros efectivos
tratan de disimular el crimen ante los testigos y las cámaras periodísticas que de todas
maneras registran la expresiones faciales de la incomodidad.
Maximiliano Kosteki muere en la galería, Darío Santillán mientras es trasladado en un móvil
policial al hospital.
Los Galpones del Barrio la fe, Guernica, Solano se llenan de angustia entre compañeros
que van llegando heridos física y moralmente tras una campaña mediática que culpa a los
piqueteros de todo hasta de haberse matado entre ellos.
Pero a la lucha piquetera le falta todavía varios capítulos. La prensa gráfica publica la
secuencia de imágenes mostrando el asecinato de Dario y se cae la estrategia mediática de
una campaña sucia contra el pueblo y con el cae el gobierno de Eduardo Duhalde
Las imágenes de Dario ayudando a Maxi antes de ser asesinado se empiezan a difundir por
todos los barrios de la Argentina y con él la virtud moral de los luchadores populares.
Galpones de madera y chapas donde realizar educación popular, asambleas, compartir un
guiso pensar nuevas formas de trabajo, respirar la dignidad que da la forma colectiva hacia
el tan ansiado cambio social y más son las cosas que Dario y Maxi evidenciaron marcando
el camino para seguir construyendo.
A 23 años de la masacre es necesario repensar el pasado para configurar el futuro.
Eduardo Romero

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