¿Quién va a conducir el peronismo ahora?, por AGENCIA PACO URONDO
POR
Sin dudas, una derrota de la magnitud del balotaje presidencial (12 puntos frente al extravagante Javier Milei) convoca al peronismo a un hondo debate autocrítico de cara a lo que se viene. Por un lado, se abre un escenario de incertidumbre. Por el otro, el peronismo entra en un proceso de introspección fundamental para repensarse y reorganizarse.
En ese sentido, debe preguntarse qué significa el peronismo hoy. ¿Qué proyecto de Nación ofrece a los argentinos y argentinas? Por dar un ejemplo, los dos peronismos que ganaron en sus respectivas provincias (Córdoba y Buenos Aires) parecieran hablar un lenguaje absolutamente distinto.
Los conceptos doctrinarios de Juan Perón de un modelo argentino para el desarrollo nacional y federal (que no puede reducirse a un sector o a una provincia) parecen haberse olvidado a manos de tacticismos electorales que no ofrecen la visión de un gran movimiento reindustrializador, como fue el peronismo.
El proceso social se ilustra por sí solo: los gravísimos problemas económicos existentes agreden directamente a nuestra base social con inflación altísima y devaluaciones constantes. Ante esa situación, no existieron medidas que pusieran límites, por ejemplo, al encarecimiento de los alimentos. Todo eso se da sobre desórdenes muy profundos de la macroeconomía argentina (falta de reservas, brecha cambiaria, déficit fiscal y cuasi fiscal récord). Todos estos elementos llevaron a una derrota que convoca a la pregunta sobre lo que tiene el peronismo para ofrecer de cara al futuro y bajo qué conducción política.
Es indudable que todos los problemas mencionados han culminado en que nuestro Pueblo se exprese electoralmente de modo contundente: nuestra fuerza política hoy no es parte de la solución de los problemas de las y los argentinos sino que es parte del problema. Alguna vez el peronismo expresó un gran movimiento industrializador y distributivo que transformó la estructura productiva de la Argentina con un dinamismo de ascenso social para nuestra clase trabajadora. Ese peronismo no estuvo en la visión del Frente de Todos.
En ese sentido, lejos de enojarnos con quienes votaron a Milei y denigrar a ese sector bajo la categoría “derecha”, es necesario escuchar. Construir un nuevo lenguaje y nuevas categorías para repensar los problemas. Tal vez, esas nuevas concepciones se encuentren en lo más añejo y valioso de nuestra tradición peronista. Un movimiento nacional con un proyecto nacional, alejado de todo sectarismo posible. Un gobierno al servicio de un Pueblo libre. Los mejores momentos del proceso de nuestra identidad política kirchnerista fueron bajo la recuperación de esas viejas verdades.
Esa gesta requiere recuperar la audacia, la irreverencia y la rebeldía propias del peronismo. Porque efectivamente es una audacia reindustrializar el país en una región donde muchas veces los factores de poder buscan pactar estabilidad económica a costa de pobreza profunda.
La crisis del peronismo tal vez abra una nueva oportunidad. Una nueva instancia para rever por qué no encontramos soluciones para los problemas argentinos. Alguna vez el peronismo fue también el movimiento capaz de garantizar el orden en la vida económica de nuestro Pueblo frente a otras fuerzas que dejaban gravísimas crisis económicas. Hoy eso parece estar invertido.
Pero la respuesta debe nacer de un debate colectivo que incluya a todos los sectores del peronismo consustanciados con la Causa Nacional: sindicalismo, las y los gobernadores, intendentes, movimientos sociales, empresarios con visión patriótica, y todas las demás organizaciones libres del Pueblo.
Las grandes crisis permiten momentos de horizontalidad en los debates. La comunidad organizada entera debe participar en su reconstrucción.